Vuelan bajo, y con el aire que desprenden sus alas, construyen Castillos de Sueños.
Lo primero que apareció fue algo blanco. Un blanco cegador. Sí, era blanco.
(Markus Zusak - "La Ladrona de Libros"

martes, 18 de febrero de 2014

Vida

Recién regreso a casa después de una nueva visita al Veterinario. Mi gata sobrevivió al veneno, a la paliza y al malogrado parto como consecuencia de todo lo anterior. Pero las Veterinarias no la tenían todas consigo, estaban convencidas que le había quedado dentro un feto que no había logrado expulsar.

Le inyectaron oxitocina para provocarle otro parto pero no resultó. Mi gata no respondió.
Le dieron dos días para que lo expulsara por sí misma y en caso contrario tendrían que intervenirla.
El plazo cumplió hoy y no había señales de alumbramiento, así que tal como me indicaron la llevé hace apenas un par de horas. La palparon y tocaron una masa (el feto muerto). Me pusieron al corriente de que cuando en casos así el feto no es expulsado tiende a momificarse y quedarse dentro con el consecuente riesgo de infección, incluso septicemia para la madre. Había que intervenir.

Antes de ello, para asegurarse de que no se tratara de un tumor procedieron a hacerle una ecografía. Yo la sujetaba mientras  procedían con el ecógrafo. Ella se dejaba hacer. Hasta se la notaba relajada.

 - Aquí está, me dijeron, es un feto…
- Ay Dios mío! - se me escapó la angustia…- (yo confiaba en que estuvieran equivocadas pero la afirmación que hicieron cayó en mí como una pesada losa; intentaba por todos los medios escaparme de esa operación y el consecuente postoperatorio de un animal, sobre todo de un gato. Tengo experiencia suficiente para saber lo que se sufre y lo que se pasa.
- Es un feto…. - prosiguió una de ellas - … con latido cardíaco!
 - ¡¡¡¿Vivo?!!!
 - Sí, muy vivo.

 Me lo tuvieron que repetir dos veces.

 Lo mismo que a una niña pequeña cuando le regalan la muñeca de sus sueños, comenzaron a caer mis lágrimas. Yo veía a través de la pantalla como ese pequeño ser se movía a sus anchas, daba volteretas en el líquido amniótico y su pequeño corazoncito latía frenético. Y no era por haber evitado la operación por lo que se empañaron mis ojos, sino porque estaba siento testigo de la Maravilla de la Naturaleza.

Cuando salí de la consulta había llovido levemente y volví a casa con los cristales del coche salpicados de lluvia y una gran sensación de paz en mi corazón.

 Imagen: “Gato con Paisaje” - Pintura Óleo - Ana Muñoz

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